Las palabras desvelada


Viniste bálsamo, tierra prometida
Llegaste entre la lluvia con tu sonrisa
Viniste sin aviso, caricia poco comprometida
Te avisó el humo del cigarro y la risa

La madrugada siempre te arropó
Estabas en mi mente aún antes de conocerte
Las palabras desveladas eran aliadas
La mañana era una forma de quererte

No recojo los escombros
Siempre tu estridencia estalló
Me inquietan los recuerdos
La fuerza, la fuerza, la fuerza…

A la memoria, hasta puedo extrañar tus gritos
A la imaginación, me hace falta tu cuerpo
Las palabras desveladas, las madrugadas y los mimos

Comenzamos una conversación
Pensé que nunca terminaría
Siempre había una canción
Que la madrugada traía

No recojo los escombros
Siempre tu estridencia estalló
Me inquietan los recuerdos
La fuerza, la fuerza, la fuerza…

Mis manos no saben a dónde ir
Mi fe la has pulverizado
Mis ojos no saben a dónde mirar
El adiós es algo que no había contemplado

No recojo los escombros
Siempre tu estridencia estalló
Me inquietan los recuerdos
La fuerza, la fuerza, la fuerza…

Cuánta falta hace tu estridencia
Tus pasos apresurados
Tu maldad, tu contundente ausencia

Que hoy está eterna.
Mi amor Clementina

Tirisia, de eso dicen que murió Clementina. Tenía menos de tres años.
Su mamá, Zoila Baños Baños, había muerto en un “lugar” de Oaxaca.
A ella y a su hermana Gloria las habían recogido de su padre, Miguel, luego de que Zoila, la mujer más valiente de la Costa Chica, también había muerto.
Clementina no comió, no caminó, no quiso vivir.
Se murió de tristeza…
Le gustaba correr jugar.
Con sus risos al aire.
Sin lágrimas.
Y un día no vio más a Zoila.
Alrededor todo era extraño. Estaba Gloria sometida. También triste.
Entró en enfermedad.
Se apagó su sonrisa. Se convulsionaba.
Extrañó a su mamá. A Zoila. Su hermanita, apenas dos años mayor, Gloria, nunca supo qué pasó.

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2016

-¿Y tu hermanita?

-No sé. Me llevaron a “curar” al panteón.