Casa de Muñecos

Álvaro Ramírez Velasco

Y la Musa se hizo de carne y hueso,
de imprudentes deseos
de estallido de luz…

Apareció descarada
iluminando una Casa de Muñecos
con su sonrisa desvelada

Me atrapó con su mirada,
con el vaivén de sus pasos
Me turbó con sus manos delgadas,
con su piel y su carmín

La miré, la escuché
La merendé con la mirada,
con las horas y el café

¡Chocolate para el alma!
¡Expreso doble para la obsesión!
¡Tabaco para la ansiedad!
¡Analgésico de miradas!
¡Sedante contra la pasión!..
… calma, calma, calma…

La miré, y ella con sus ojos percudidos
me sacudió la razón
La Musa se hizo de carne y hueso
y de cristal mi corazón

Vino su voz, su serena voz
apagada por el frío
suspirándome su historia

Redacté en sus comisuras
el inventario de lo que ocurrirá

Me aprendí sus ojos
sus cejas, su nariz
su cabello, su cuello
su tímido escote
sus piernas, sus rodillas
su barbilla, sus mejillas
sus pestañas, sus uñas despintadas,
el color de su voz… su serena voz

Me detuve en su boca
para no dejarla ir…

Pero aún no la besé,
ni busqué su cuerpo en un abrazo,
ni le insinué una caricia;
aún no me robé sus manos,
ni insistí en sus comisuras…

Ya vendrá el amanecer entre su pelo
Ya vendrá el sol en su mirada
Ya vendrán los besos tiernos
Ya vendrán las caricias desbordadas
Ya vendrán… ya vendrán…

Y la tarde se hizo noche
Y la noche se hizo breve

Llegó el tiempo de partir
Arribó el tiempo para pensar,
para caminar entre las iglesias,
para sentir el invierno en la cara
para beberme el suspiro que me dejó…

La Musa se hizo de carne y hueso
de imprudentes deseos
de inconfesables planes
de aromas, de sonidos
de placeres contenidos
de tiempo para caminar
para caminar entre las iglesias…

La Musa se hizo de carne y hueso
de imprudencia y de descaro
de deseo y de arrebatos
En la Casa de Muñecos
le ofrecí hogar
en mi corazón…

Las huellas que dejaste

(Canción)

Álvaro Ramírez Velasco


Deja que tus manos sigan construyendo
Las notas que arrancan lágrimas al alma
Notas que reviven amores lejanos, nostalgias perdidas
Notas que me inundan de amor para ti…

Deja que en mi pecho yo siga llorando
El dolor inmenso de estarte extrañando
El día en que te fuiste, cuando decidiste no estar con nosotros
Cuando decidiste llegar hasta Dios…

Deja que alguna vez mirando al cielo
Yo me encuentre con las huellas que dejaste al partir
Y curar tu soledad, cuando tenga que marchar
Saber a dónde ir

Deja que alguna vez aun entre sueños
Yo me encuentre con el brillo de tus ojos
Y poderte consolar, para al fin descansar
De esta inmensa ansiedad…

Deja que tus manos sigan construyendo…

Inventario

Álvaro Ramírez Velasco

En el inventario de mis ansias está tu voz, tu serena voz
Están tus palabras, tus frases contundentes, tu forma de tomarme por sorpresa
Está en mi noche la imagen ciega de tu sonrisa desvelada
Están en mi ilusión tu risa, tus bromas
Está en la espera tu descaro endulzándome
Está en lo mucho que me gustas todo junto, todo eso, todo, todo...
Y por eso me gustas y por eso me enamoras, por todo lo que aún no percibo y por todo lo que veo, con los ojos bien cerrados...

Ella

Álvaro Ramírez Velasco


Ella, que me mira invadida de prisa, que pone a prueba mi paciencia, que juega con mi experiencia, que representa un reto tan grande.
Ella, que sabe todo de mi vida, pero que todo lo mío le importa tan poco.
Ella, que no sabe por qué me quiere, pero que asegura que lo hace, que me adora.
Ella, que me responde casi siempre con un "no sé" y lacónica termina las conversaciones dejándome lleno de dudas.
Ella, que me obliga a que me guste lo que ella disfruta, y yo tonto termino también disfrutándolo.
Ella, que me llena de celos apenas la busca alguien, apenas le llama alguien con pretextos para, por teléfono, hablar con ella.
Ella, que ya no quiere ser la princesa de la boca de fresa, porque su boca se cubre de carmín.
Ella que me muerde el corazón y me llena de marcas.
Ella, que inexorablemente un día me abandonará.
Ella, que tiene todo mi amor.
Ella, que apenas tiene once años, ahora duerme, mientras yo tiemblo de miedo, porque ella está creciendo.

La voz de la musa

La musa se descubrió yendo a la cama con una sutil sonrisa, de esas que levantan las comisuras de la boca de manera casi imperceptible, de esas que traes puestas casi sin percatarte de ellas, de esas que sólo provocan los dulces pensamientos...
Y entonces cayó en la cuenta de que fue ese chocolate para el alma, la razón de su sonrisa desvelada.
Y entonces se preguntó: ¿será cierto?..
Porque nunca antes nadie había advertido la capacidad de sus poderes, con tanta claridad; porque a pesar de haber inspirando tantos sentimientos y movido tantas almas, nadie se había atrevido a confesarlo tan abiertamente, a admitirlo ante todos los vientos, ante todas las demás musas, que hoy la veían llenas de envidia y se preguntaban el porqué ella era tan poderosa, más poderosa que ellas.
Nadie, al menos que ella recordara, le había dado, con tal contundencia, el honorable título de musa, nadie le había hecho notar que sus poderes podía generar noches luminosas, días tan alegres, y todo, a la distancia, con miradas que no miran, con su voz, su serena voz.
¿Será cierto que soy yo?, se volvió a preguntar. Y es que le encantaba la idea de ser la musa etérea de esas hermosas palabras. Le fascinaba el misterio y esa perspectiva desconocida de sí misma.
Le encantaba esa nube para soñar, en que todo podía ser diferente.
En medio de esos pensamientos, la sutil sonrisa se dibujo todavía más en su rostro. Cerró los ojos, y se dejó besar en la mejilla por Morfeo. Mañana, será otro día, mañana, la sonrisa seguirá ahí.

Trece años después

Álvaro Ramírez Velasco

Ha llegado ese día. En este año. Trece años después.
Estoy listo ahora para dejarte ir.
Las heridas están abiertas, lo sabes; las has sufrido conmigo todo este tiempo.
Me quedé más de una década instalado en el enojo. La ira por momentos no me ha dejado vivir plenamente.
Yo soy un lastre para ti; tú eres una cadena.
No han cambiado mucho las cosas, aún me lastima tu decisión, tu cobardía, tu silencio.
Pero algo se ha movido ya. Estoy listo.
Todo lo que pensé que era necesario e importante para mí ya no está, o ya no es igual, o simplemente no era como yo suponía. La gente sigue igual y por eso es decepcionante. Yo ya no.
Eso me ha enseñado a dejar que las cosas, las personas, los recuerdos buenos y malos, deben partir un día.
El tuyo ha llegado.
Vete, no estoy en completa paz, pero si no te marchas nunca lo estaré.
Sin embargo, el desasosiego ya no es tan intenso y la calma se asoma más seguido a mi puerta, por eso sé que llegó el momento.
Ya vendrán las lágrimas, los días me traerán las respuestas que dejaste huérfanas.
Hoy, trece años después en el mismo lugar, nos despedimos al fin.
Un día podremos darnos la mano, abrazarnos en la imaginación. Estoy seguro de eso.
Levántate del ataúd, vete a conseguir tu paz. A mí me quedan muchos años por vivir y muchas cosas por hacer.
Te perdono hermano. Tú sabrás cuándo me perdonarás a mí o tal vez ya lo hiciste.
Vete, Kito, ya no podemos andar juntos.
Hoy, trece años después te puedo decir que te quiero y te he extrañado mucho.

Chocolate para el alma

Álvaro Ramírez Velasco

Cómo me gusta tu voz, tu serena voz
Cómo disfruto tu impalpable presencia en mis días
Tu sutil encanto, aún desconocido, que viene y que va
Que aparece y desaparece, como lo hacen tus migrañas
Como lo hacen mis ocupaciones y mis ojos en tus fotos

Qué indispensables se han vuelto tus epístolas
Qué misteriosa es tu vida, contada a retazos
Más por otros que por ti…
Más por tus mensajes que por tu voz…
Cómo me gusta tu voz, tu serena voz

Cuánta alegría le imprimes a las horas largas
Cuán cortas son las palabras que me dejas
Cuán abundantes las preguntas y las sonrisas
Que construyes desde el otro lado de una nada virtual

Cómo es ácido el café que todavía te espera
Pero qué dulce se ha tornado esta espera indefinida
Y por eso ¡no hay más! Ya no más café

Hoy pediré chocolate, chocolate para acariciarme el alma…

El cuento de la cenicienta

Álvaro Ramírez Velasco

Encuentro fugaz, duda perpetua, añoranza incesante de lo que no fue...
Una escalera, un abrazo tímido, una sonrisa apresurada y luego el cuento de La Cenicienta...
Corriendo de prisa te marchaste, colgándole un adiós a la mañana, un hasta luego a las ansias...
Se había acabado el encanto, pero afortunadamente no te convertiste en calabaza...
Afortunadamente, este cuento todavía no termina de escribirse...

Cielo escarlata

Por Álvaro Ramírez y una musa anónima

La incertidumbre era tu sonrisa en una pantalla
La esperanza, vestida de cielo, el cielo pintado de escarlata
La nostalgia, con olor a tierra mojada; el adiós de nuevo acechando
La noche una vez más melancólica con tonos azules, añiles
El sol, furtivo, escondiéndose como pecador arrepentido en el horizonte
Buscando un pretexto para volverse a asomar, sin que lo llamen
Inoportuno en medio del frío de este otoño que huele a invierno
La sombra gris de los volcanes y la ciudad encendiéndose como un mar de luciérnagas…
Apareció entonces tu lágrima, incomprendida, víctima de detractores insensibles
De inoportunos que nos vienen a importunar
Llegó entonces tu lágrima en medio de las murmuraciones
Pero ya no te importó, porque te lavó el alma
Y de nuevo, el cielo se hizo escarlata